Carlos y Joaquín fueron invitados por la empresa a una reunión de trabajo de 3 días a Mendoza, Argentina. Decidí encargarles algunas cosas ya que irán al templo del cuero. Pero me advirtieron no hacerlo porque estos tipos eran mentirosos ¿Carlos también? Pregunté incrédulo. Peor. Te van a decir SI a todo lo que le digas, simulan que te escuchan, pero al final van hacer los que ellos quieran y para justificarse te van a mentir hasta cansarte. - Recuerda el informe del departamento de personal: "tienen respuesta para todo, aunque ello suponga mentir (tienen habilidad) y aunque sus embustes contradigan lo anterior. Si caen en contradicción, no se amilanan y no tardan en encontrar explicación del porque se mintió la vez anterior y ahora es cuando dicen la verdad. Con tal coherencia y congruencia que confunden hasta el mejor. Son muy inteligentes." - Ha, muy simple. Le doy instrucciones simples. No falla. Además Carlitos viste bien y el sabe de ropa, así que no tendrá motivos para equivocarse.
Llamé a Carlitos a mi oficina. - Mira, te voy a pedir unos encargos. Te voy a abrir una tarjeta Visa adicional con dos mil dólares a tú nombre para que compres. Vamos a ir después al cajero para confirmar la palabra clave y practiques sacando dinero. Vas a comprarme un par de botas número 42, y un sombrero tipo vaquero. Imponentes. El sombrero te lo pruebas, pero no te fíes en el número de las botas. Quiero que las midas con tus zapatos. Tiene que ser un número más porque me gusta usarlas con calcetines gruesos. Grandes, largas, con tacones. Y chaquetas de cuero. Tú sabes como me gustan a mí. Tienes que probártela. Si tienes dudas me llamas por teléfono, me dices en que página de Internet están y yo te digo cual comprar.
Por favor no me dejes de lado. No compres a última hora. No te desconcentres, ojala sólo, para que no te dejes influir por Joaquín. Sin apuro. No te preocupes en el cambio de moneda porque de todas maneras son mas baratas. Solo tienes que buscar las mejores. De los 2.000 dólares te presto quinientos dólares para que compres lo que quieras. Después me lo devuelves. Acuérdate que tienes que elegir muy bien porque no hay posibilidad de cambiarlas. – Si jefe, no vamos a ir de nuevo a puro cambiarlas - Jefe, mañana vamos a cambiar a pesos argentinos ¿Cuánto vamos a llevar? No. Entiéndeme, para eso te doy la tarjeta Visa, para que la uses. Si, por eso digo, esa es la idea. Como voy a ir con tanto dinero en efectivo. ¿Y los zapatos los quiere con cordones o hebilla? No, Carlitos, entiéndeme, concéntrate en lo que te digo. Quiero el mejor par de botas, que combine con el sombrero y las chaquetas de cuero. - Si, así tiene que ser, como digo, tipo vaquero -
Quedé agotado. Se fueron, no llamaron en los tres días y al cuarto los fui a buscar al Terminal de buses. En la oficina cargamos sus fotos en el computador. En Mendoza se encontraron con unos amigos así que en todas las fotos aparecieron comiendo parrilladas en algún lugar. Mi sombrero de vaquero apareció en todas las fotos, se veía realmente imponente. Luego llegó la hora de mostrar los encargos, primero un mate, Joaquín su billetera de cuero, después mi sombrero vaquero y quedé expectante esperando como serían mis botas. Carlitos mostró su compra, un par de botas de gamuza, que mas parecían botines. Y luego sacó otro par de botas, de niños, cortitas. Sus botas, me dijo. Exhibiéndolas a la concurrencia. - Pero como - exclamé. - Tan chiquititas - No, me dijo, si son 42. - Pero mídelas con las tuyas - exclamé, enojado. Las puso al lado de las suyas y eran 10 cm. más pequeña, mucho más angosta y cortitas. Puso cara de sorpresa, como si fuera primera vez que las medía, pero arremetió. – No, está equivocado, son iguales. - Pero por favor Carlitos, mídelas, insistí perdiendo la paciencia, - lo que pasa es que están nueva pero el cuero da. Así que después de unos días le van a quedar bien - Y cambió el tema para no medirlas nuevamente evitando que nadie se de cuenta y continuó afirmando que los precios de las botas eran los mismos que aquí así que apenas gastó cincuenta dólares de mi tarjeta visa. ¡Los mismos precios¡ pensé, ¿dónde estuvo entonces? Está loco.
Callé. No miré mas las botas. Luego, ya resignado pregunté por las chaquetas. No, respondió muy seguro y categórico. No había ningún negocio de chaquetas. No le creí, pero no dije nada, pelotudo mentiroso.
Al otro día fuimos a comprar artículos de oficina al mall. Nos detuvimos en una de las dos grandes tiendas de calzado. Para mi sorpresa Carlitos se quedó mirando la vitrina, estupefacto. Yo entré y encontré mis botas en la sección de mujeres. Lo llamé, sin enojarme, y se las mostré - Tus botas – exclamó sin inmutarse. Si, y les mostré el número. 38. Ninguna reacción. Y caminamos hacia la repisa con las botas 42. Casi el doble más imponentes. - Ha, pero estas son muy grandes, no creo que le gusten. - Carlitos, pero si de este modelo te pedí. Y este es mi número. - No, son muy grandes - insistió, dio vuelta y caminó hacia otro lado. Casi le tiré las botas por la espalda.
Luego, de vuelta en el auto, notó mi preocupación y comentó que con Joaquín era difícil comprar, anduvo siempre conmigo y metía sus narices en todo lo que estaba haciendo. - Ha, dije, o sea que él te ayudo a elegir - No, como se le ocurre, si el siempre anduvo por otro lado – Y como las compraste entonces - Lo que pasa es que pasamos por un pequeño negocio y era el único tipo de botas que había, así que pedí número 42, las envolvieron y las pagué - O sea no las mediste como te lo pedí - Si, evidente, las medí por todos lados, - y Joaquín de por medio - insistí. - No, si era un tremendo negocio, inmenso, zapatos y botas por todos lados, hasta chaquetas habían, él estaba en la otra punta mirando botas de vaquero, grandes, con tremendo taco - Aceleré con intenciones de abrir la puerta y botarlo en el camino. Luego bajó la vista y comentó. - Estoy arrepentido. Estuve mirando los precios y aquí las botas cuestan el doble. Y no son de la misma calidad que las de Mendoza. - Pero Carlitos, si por algo te las encargué. – No sabía si decirle hueoncito o Carlitos - Es que estuvimos sacando cuentas con Joaquín y concluimos que los precios eran los mismos. - Pero si te dije que no calcules el cambio. Que de todas maneras van a ser mas baratas. Y te recalqué que no converses esas cosas con Joaquín, que tiene fama de ser mentiroso – Si jefe, siempre lo tuve claro. No se que me pasó. Jefe. Estábamos en la ciudad del cuero, había botas y chaquetas por todos lados y no traje nada. Frenaba y aceleraba, pensando mierda, mierda, mierda.
Llegamos. Luego lo llamé a mi oficina. Como confirmé que era un mentiroso igual que Joaquín, le dije, - dime Carlitos, sin pensar la respuesta, por favor, ¿Por qué cuando llegaste me dijiste que no había chaquetas? Me quedó mirando, pasaron los segundos, no respondía, procesando la próxima mentira, hasta que dijo, - es que en realidad era una sola chaqueta que estaba en una vitrina. Y Joaquín me dijo que era chica y no entré. – Pero si dijiste que habían botas y chaquetas por todos lados - Lo veía acorralado. - Si, fuimos a varios otros locales, chaquetas largas, cortas, con corte por todos lados, en la espalda, bolsillos grandes, chicos, forradas, café, negras, - a esa altura ya lo ahorcaba - y, y, le decía yo, ¿qué pasó? ¿Por qué no compraste? de pronto sacó una respuesta de lujo, - es que en el negocio donde encontré la chaqueta adecuada, no tenía tarjeta visa – y por qué no sacaste del cajero, - es que como me dijo que evitara sacar del cajero porque había un recargo, - pero por qué no me llamaste - te habría encargado varias, y te habrías comprado tú también. Si tenías 2000 dólares para comprar. Recalqué, ya gritando -2000 DOLARES- Y sacó su última respuesta. – Jefe, entiéndame, si le compré esas botas de juguete, agradezca entonces que no le compré chaquetas, porque sino la porquería que le hubiese traído. - Se dio media vuelta y se fue. Caí de espalda en mi asiento. Me superó. Exclamaba -Toda es una mentira-.
En la tarde llegó con un calendario y me dijo, Jefe, esta otra semana el jueves es feriado, podríamos irnos el miércoles a Mendoza y volvemos el domingo, vamos con su tarjeta visa y ahí si compramos lo que queramos.
Exclamé - FUERA DE AQUÍ -