sábado, 18 de septiembre de 2010

Que bochorno

No podía acordarme de su nombre. Que lamentable. Me paré frente al curso, había una pequeña tarima que producía el efecto contrario, me disminuía en vez de enaltecerme. Pero proseguí con el protocolo. Era el día de la entrega final y por ende se sabría quien aprobaba o reprobaba. Los llamaría de a uno y le iría entregando la carpeta con sus proyectos. La nota estaba en la tapa de la carpeta.