viernes, 6 de junio de 2008

Medio siglo

Cuando cumplí los 45 pensaba que con suerte podía llegar a los noventa años. Creía estar viviendo entonces la mitad de mi vida y así, con mucho optimismo, iniciaba los siguientes 45. Muchos pensaban así, así que porque yo no podía pensar igual. 40 o 45, la mitad de mi vida, lo dice hasta el más escéptico. Miraba a mis hijos y pensaba que tenía para verlos muchos años mas. ¿Cuántos proyectos se tejen y se construyen a los 45? Cuando la madurez y la experiencia ganada hacen la vida un poco más fácil, al menos en el plano de las ideas, de las decisiones, de los miedos y otras yerbas. Miraba hacia atrás, desde el comienzo, lejos, cuando era un niño prácticamente sin ningún futuro esplendor y desde ahí recorría las distintas imágenes, como una película en cámara rápida, como iba pasando el tiempo, y ahí si, sentía el peso de la historia, de los años vivido. Son bastante, creo yo. Concluía que no había sido fácil. Pero aun así me había mantenido vigente en cada una de mis actividades. Incluso con algunos juegos de piernas y manos cada cierto tiempo me enganchaba mujeres que recién pasaban los treinta, aunque las mejores las encontraba por sobre los cuarenta. Nunca había ido al médico, nunca conocí una enfermera, al menos ella de pie y yo en una camilla. Si a la inversa. Pero si conocí otros males. Conocí abogados, traté con contadores, corredores de propiedades y estuve muy cerca de los políticos y los militares. No se lo doy ni a mi peor enemigo. Aprendí que la felicidad existe, pero solo segundos, como relámpagos que iluminan una noche tormentosa. Me reservaré para mas adelante muchas otras observaciones, pero lo que quiero decir ahora, que inmediatamente después que cumplí los tan vividos 45, los años se instalaron en mi cuerpo y asoman sus cabezas por todas partes. Hoy, ya en los cincuenta, noto que esta década ha sido la mas corta en comparación a las otras. Y eso responde a una situación de números, ya que la sensación de vivir estos últimos 10 años equivalen a un quinto de mi vida, y para un joven que cumple los veinte, la última década es nada menos que la mitad de su vida. Eso responde por qué cada año es mas corto. Lo negativo de todo esto, es que ya el cuerpo, no por lo cansado, sino que por el cúmulo de experiencias y emociones, que conviven con cada uno de los seres vivientes que tengo dentro del cuerpo y asoman sus cabezas por todas partes, me la están haciendo difícil. Al punto que ya no tengo la sensación de vivir otros 45 años, como irónicamente me parecía a los 45, sino que a duras penas siento que voy a vivir hasta los sesenta y de ahí en adelante los años de gracia. Solo podré ver a mi hijo menor, que tiene apenas 18 años, sólo hasta los 28, a mi nieta que tiene 8, podré verla hasta los 18. Mirado desde este punto de vista la situación y las expectativas son simplemente y sencillamente delirantes. Ya solo me engancho a mujeres sobre cuarenta, pero mejor que nunca. Y la memoria esta viva, y mientras este viva quiero escribir cada una de las situaciones vividas y tal cual como se sintieron en su momento. ¿Será divertido? No lo se. Pero siento que es importante que lo haga. Hay ciertos mensajes que tengo almacenados en mi mente, que están apretados y tienen deseos de salir, seguramente quedaron estancados y no evolucionaron, y es necesario descifrarlos. La mente sana se encarga de olvidar los malos momentos y mantienen a las personas equilibradas solo con sus recuerdos felices, de ahí su esperanza en la vida, en las personas, en el amor, pero yo tengo un revoltijo de situaciones inconclusas y cosas sin resolver, contradicciones básicas entre lo que esperaba de la vida y lo que recibí finalmente, un misterio de preguntas sin respuestas que están alojadas y espero, como dije anteriormente, pueda identificar y botar al papelero. Es necesario sacarlas, meten demasiado ruido y producen jaqueca. Deseo, y lo digo de corazón, una vez escritos pueda olvidar esos momentos la mayoría amargos, y pueda vivir estos últimos años con la tranquilidad sicológica que necesita creo yo, cualquier ser humano.

3 comentarios:

Magui Montero dijo...

Es sano tener memoria selectiva, te lo digo yo que lo aprendí. Para lo malo: amnesia total, para lo bello y agradable, tener muy buena memoria. Así es como se vive mejor. (Bah, al menos eso creo...)
Un afectuoso saludo

Lidia M. Domes dijo...

Mi mirada es diferente...

Creo que los momenrtos difíciles, no se pueden borrar ni olvidar, así como así...
Es mejor reconocerlos e integrarlos...

A la distancia se puede ver que tal vez no fueron tan malos y que algo bueno nos dejaron...

La memoria a corto plazo, no me funciona muy bien, porque ni sé cómo llegué aquí...

Cariños,

Lidia

Gizela dijo...

Estoy segura que sí será divertido.
Para ti y para tus lectores
Un abrazo Gizz