sábado, 17 de enero de 2009

Escribir por escribir

Escribir por escribir. Recuerdo cuando tenía recién veintitrés años, haciendo la práctica en una institución pública, la Jefa de Personal me llamó a su oficina. En la empresa era considerada mujer culta y seria. Aunque separada y con una hija pequeña, iba para solterona, decían los torcidos. Cuarenta y tres años. Me increpó por lo tarde que llegaba y que me iba a descontar los minutos de retraso. Le respondí sin contemplación. Luego en mi oficina me arrepentí por el tono empleado, bajé a caminar y compré un chocolate. Nunca falla. Subí a su oficina y sin pasar por su secretaria me instalé frente a su escritorio. Mirándola fijamente a sus ojos me disculpé por mi comportamiento al tiempo que deslizaba suavemente la barra de chocolate sobre su escritorio. A los pocos días ya estaba en su departamento peinándola, poniendo crema en su espalda, hablándole. Todos los días me llamaba por teléfono muy temprano. Le gustaba oír mi voz ronca. Solo me decía háblame, dime algo. Me enseñó que algunas mujeres (yo aprendí que todas) necesitan que las acaricien, que las mimen, que las adulen. Cada vez que estaba con ella, le acariciaba su pelo, sus brazos, su rostro. Ante cualquier gracia acariciaba y besaba su mejilla. Me obligó a escribir un cuento diario y enviárselo en sobre cerrado con el auxiliar, no existían los mail. De profesión pedagoga en Castellano y Licenciada en Sociología. Yo hablaba poco, pero cada dos frases me corregía. Le encantaba como hablaba porque tiraba las frases con bastante lógica pero los verbos los conjugaba como yo quería. Y me corregía. En realidad le encantaba todo lo que hacía. Hacía sonar sus dedos y me tenía a su lado. Soy tu geisha me decía, mientras me zurcía, me pegaba los botones, que ella misma arrancaba, me planchaba la camisa, que ella misma arrugaba. Jugaba con mi barba, me revisaba los oídos, las uñas, los dientes, se admiraba porque yo era un ser silencioso e inodoro. Solo perfume brut. Como buena vegetariana cocinaba platos excéntricos. Yo pasaba al supermercado a comprar una hamburguesa. Con mucha paciencia me la freía. Me tiraba el i-ching y me leía el Tarot. Y yo creía. Le encantaba los puestos de libros usados. Después de la oficina pasábamos y siempre compraba uno. Sus paredes y sus repisas estaban llenas de libros, así que me entretenía sacándolos de su lugar y después nos sentábamos en su sillón de cuero a leer. Leíamos en voz alta. A veces veíamos películas. A veces se dormía en mis brazos, y a veces lloraba a mares.

Fueron 15 meses intensos. Hasta que terminó la practica. Lo que más lamento es no haber guardado copia de los más de trecientos cuentos que le mandé.

8 comentarios:

Gizela dijo...

Los milagros qué hace un chocolate jajajajaja!!!!
En mi país hay un viejo refrán:
Nadie sabe para quien trabaja.
Ella te incito a escribir, y ahora somos otros los que lo disfrutamos...
Linda narración
Un abrazo
Gizz

mares dijo...

Así es querido, todas tenemos algun punto flaco.
Solo tienen que saber descubrirlo.
Sigue contandonos.

Magui Montero dijo...

Me gustó muchísimo! Que buen relato! La sangre joven y el chocolate encienden y como! Je! Fue rememorar ciertas cosas que viví...
Un abrazo!
Magui

La otra parte de mí dijo...

linda inspiración.cautivante relato.beso.

Soy una Estrella Mística de este firmamento pampeano dijo...

No has guardado copia escrita de los relatos pero las sensaciones, colores, sonidos y aromas de esa historia, a su manera de amor, quedan guardados en tu recuerdo. ¿Sigues pensando que fue escribir por escribir? ;)

Abrazos pampeanos...

Susana de Argentina dijo...

los hombres tambien necesitan que los acaricien...amigo muy linda tu historia!! eso sí creo que desde ese momento nunca mas regalaste tus cuentos!! je! besito y muy buen finde!!!

Loren@ dijo...

ME ENCANTO ESTE RELATO!! Y DONDE ANDAS DESAPARECIDO!! ESTAN CIERTO ESO QUE NOS GUSTAN QUE NOS MIMEN, QUE NOS ACARICIEN HAYYY JAJAJA.
OYE Y Q PASO NUNCA MAS LA VISTE, ESTO HACE CUANTO TIEMPO FUE?
UN ABRAZO Y VUELVE PRONTO

Maritza dijo...

Fantastico!!! tu cuento
Recibe mi saludo...si todavia andas por ahí